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La fiebre del mundial ¿Por qué nos volvemos «locos por el fútbol»?

Cada cuatro años el mundo del fútbol tiene su cita especial, el mundial. Millones de aficionados de todo el mundo se citan en un país para alentar a su selección. El resto se quedan en sus casas pegados a la televisión viendo partidos no sólo de su equipo sino también de otros ¿Por qué el mundial levanta tantas pasiones?

El video del muchacho explicándole a su novia por qué no puede ir a una boda en época de mundial se ha hecho rápidamente viral no sólo porque es muy gracioso, sino porque muchas personas nos hemos sentido identificadas. Es bastante difícil de explicar a quién no le interesa el fútbol porque queremos desesperadamente ver un partido a priori intrascendente como Rusia – Arabia Saudí.

Pero el fútbol tiene la capacidad de exceder nuestra parte racional y tocar directamente fibras muy profundas de nuestro ser, y el mundial es el evento en que estas sensaciones se agudizan, un poco como la primavera con los alérgicos.  Sin embargo esta “fiebre mundialista” tiene su explicación psicológica.

La fama de la goza el fútbol y que lo corona como el «deporte rey» se debe a que  tiene la capacidad de satisfacer tres necesidades psicológicas básicas:

La necesidad de afiliación

El psicólogo estadounidense Maslow incluía la necesidad de afiliación en su famosa pirámide de necesidades humanas. No se trata sólo de tener un rival en común del que reírse cuando se gana, sino del sentimiento de unión, compañerismo y confraternidad con los otros hinchas de tu equipo.

Nuestra existencia tal y como la concebimos supone aprendizajes, costumbres, comportamientos o relaciones que dependen de nuestra relación con los semejantes. Como se encargan de resaltar muchos comerciales, solemos compartir alegrías y tristezas (futbolísticas) con el resto de hinchas. Muy típica es la imagen de un gol y gente que ni siquiera se conoce se abraza porque se siente unida en un festejo por un logro común.

Hemos hablado en otros post de la importancia crucial que tiene en nuestra vida pertenecer a un grupo, cómo moldea nuestra identidad al permitirnos identificar lo que somos y lo que no somos. Este tipo de comportamientos se conecta directamente  con nuestra parte más tribal, a fin de cuentas, agruparse y organizarse es lo que ha permitido al ser humano sobrevivir durante miles de años.

La necesidad de estatus

Cuenta el músico y compositor argentino Alejo Stivel en una entrevista que «A pesar de que tu equipo es algo externo a tu vida, las victorias y las derrotas influyen en tu vida personal como influyen un problema que tengas o la alegría porque te ha tocado la lotería…”

Nos sentimos participantes activos de la situación. Si nuestro equipo gana, nos sentimos unos ganadores, los mejores, con chances de ser «los mejores del mundo» incluso si  se jugó un sólo partido de los 7 posibles.

Así mismo nos enojamos si nuestro equipo pierde, porque hemos «fallado» todos, como país, como grupo humano. Realmente sentimos que hemos perdido, sentimos la derrota como si hubiésemos participado de una manera mucho más activa que estar sentados delante del televisor.

Queremos ser los mejores, queremos demostrarle al mundo de lo que somos capaces, como si ganar un partido de fútbol nos redimiera por los años y años de políticas desastrosas, como si ser una potencia en el fútbol significara calidad de vida.

Es un sentimiento tan poco racional que incluso analizándolo fríamente como ahora nos causa hasta gracia, pero en el momento en que la pelota está en juego sabemos que estos pensamientos y emociones afloran.

El fútbol nos proporciona una excusa para hacer catarsis, un entorno seguro para expresar pasión y rabia de una manera socialmente aceptable, pacífica.

La necesidad de un significado

Aquellos que no les guste el fútbol pensarán que estoy exagerando, pero le da un significado a la vida de muchas personas. En este sentido el doctor Tomas Chamorro-Premuzic, experto en perfiles psicológicos y estadísticas personales, explica que el fútbol es en cierta forma una alternativa popular a la metafísica.

Tiene la capacidad de unir a las personas mucho más que el trabajo en grupo, a veces incluso más que las relaciones de pareja. Hay un dicho futbolero muy conocido que dice que se puede cambiar de país, de trabajo, de pareja, pero nunca de equipo.

Muchas veces el fútbol se utiliza como metáfora de la vida, por eso cuando se discute de fútbol no siempre se está hablando de un deporte, sino de nuestra postura sobre ciertos valores. Estamos mostrando algo de nosotros mismos cuando defendemos el ganar por encima de todo o el juego sobre resultado,  cuando preferimos cuidar el resultado o seguir atacando hasta el final.

La próxima vez que tengas que justificar por qué estás madrugando o desatendiendo tus tareas para ver un Japón – Senegal ya tienes argumentos suficientes para que la otra persona entienda que tu situación responde a necesidades muy profundas.


Fuentes:
  • Chamorro-Premuzic, T. World Cup Psychology. Psychology Today. Recuperado el 26 de Junio 2018 de enlace