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Tengo una entrevista de trabajo… ¿Algún psicólogo en la sala?

Esta semana contamos con la participación de Carolina Ouro e Inés Pena, psicólogas responsables del blog ¿Algún psicólogo en la sala? Les recomiendo que le echen un vistazo y se suscriban a su blog ya que detrás de ese nombre tan original podrán encontrar artículos muy útiles e interesantes. Siempre es bueno tener psicólogas en la sala (y en la web).

 

Tengo una entrevista de trabajo”.

No es infrecuente que esta situación nos resulte un poco (o un mucho) estresante.

La entrevista de trabajo tiene una característica fundamental que probablemente tenga fuerza para explicar los nervios que provoca: la evaluación.

La entrevista de trabajo es, en esencia, un escenario de evaluación en el cual entrevistador y entrevistado mantienen una conversación cuya finalidad es determinar en qué medida el entrevistado podría ajustarse al puesto de trabajo al que aplica.

Este ajuste depende de distintos factores: competencias profesionales, personalidad, habilidades sociales, expectativas laborales… Es misión de la persona que guía la entrevista seleccionar aquellas preguntas pertinentes para saber más sobre alguno de estos factores.

En otras palabras, en una entrevista de trabajo se valora qué sabemos, cómo somos, cómo nos comportamos, qué esperamos del puesto de trabajo y un largo etcétera. Supone una situación de evaluación múltiple que puede generarnos mucha ansiedad al desconocer “la respuesta correcta” o aquella que más nos acerque al perfil de candidato ideal para el puesto.

 

¿Cuál es la respuesta correcta en una entrevista de trabajo?

No existe. No hay respuesta correcta, como no hay respuesta incorrecta. No podemos predecir la intención del entrevistador y por tanto es muy complicado planificar una respuesta.

Parece que esto lo pone difícil, pero por suerte (y por ahora) el entrevistador es un ser humano y sobre eso si podemos predecir alguna que otra cosa.

Las entrevistas de trabajo, la dinámica establecida y los objetivos que persigue van a depender siempre del puesto, por eso vamos a ver alguna cuestión que podemos tener en cuenta a la hora de preparar la entrevista independientemente del puesto al que apliquemos.

 

Primera impresión.

Tradicionalmente, algunos estudios han señalado que las personas necesitamos una media de 30 segundos para generar una primera impresión sobre otra persona. En la actualidad podemos ir un poco más allá y decir que en algunas situaciones son suficientes unas milésimas de segundo para valorar nuestro agrado o desagrado hacia otra persona.

De hecho, nuestro cerebro está programado para llegar a una rápida conclusión con muy poca información. Y aunque este comportamiento es adaptativo, puede llevarnos a cometer muchos errores… ¿cuántas veces erramos en las primeras impresiones?

Pero, aunque somos conscientes de que podemos equivocarnos hay algo claro: “Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión” (Oscar Wilde)

La comunicación no verbal tiene un peso importante a la hora de configurar la primera impresión: la postura al sentarse, el caminar, la posición de nuestro cuerpo, los gestos que acompañan al habla, las sonrisas… son elementos de primer orden que utilizamos sin darnos cuenta en la formación de primeras impresiones.

Un sesgo cognitivo muy estudiado en relación con la formación de primeras impresiones es el efecto Halo según el cual la percepción de un rasgo en particular está influida por la percepción de rasgos anteriores. Es decir, si la primera impresión fue buena es probable que todo lo demás sea interpretado también de manera positiva.

Solemos dar mucha importancia al aspecto físico cuando hablamos de primeras impresiones durante las entrevistas de trabajo y la inexperiencia puede llevarnos a sobrevalorar esta cuestión.

Después de preguntar a distintos profesionales de la selección de personal, podemos señalar 3 aspectos fundamentales:

  • Cuidado con la exageración. Es una entrevista de trabajo, no una boda. La ropa y el peinado no deben ser extremadamente elegantes, deben estar extremadamente ajustadas. “A donde fueres, haz lo que vieres”, pues tal cual.
  • Ojo a los perfumes fuertes. Intentando provocar una primera impresión agradable e incluso “dejar huella” en el más estricto de los sentidos, podemos cometer un error. Que un perfume huela bien es una interpretación del que huele, así que mejor perfumes suaves administrados con mucha medida. Nada de bañarse en colonia, no es una primera cita.
  • Lo irrelevante no es relevante. ¿afeitado completo o barba?, ¿escondo los tatuajes o los muestro?, ¿me pongo lentillas y dejo las gafas en casa?, ¿me maquillo?, ¿me quito la alianza?…

Parece que todas estas cuestiones a las que solemos dar mucha importancia tienen poco peso siempre y cuando se cumpla la siguiente condición: la autenticidad. En las entrevistas de trabajo es importante ser honesto, incluso con nuestro aspecto.

 

Interés

Otro de los puntos clave en la entrevista pasa por demostrar a la persona que tenemos delante que el trabajo nos interesa realmente. En primer lugar, la puntualidad es crucial, pues evitará crear una mala primera impresión. Conviene salir pronto de casa y llegar con tiempo, a poder ser cinco minutos antes de la hora pactada. Pero cuidado: como con todo, pasarse nunca es bueno, y el entrevistador tendrá otras cosas que hacer, así que es mejor no llegar demasiado pronto.

Otra manera de mostrar interés es mostrar que conocemos la empresa de la que queremos formar parte. Para ello proporcionaremos fragmentos de información sobre ella en las preguntas que nos formule el entrevistador. Por ejemplo, si nos piden que expliquemos por qué queremos trabajar en la empresa X, podemos decir que nos sentimos identificados con sus valores (y citarlos). Como siempre, debemos lograr integrarlo en el discurso de manera que no suene forzado o falso.

Otra manera interesante de mostrar interés en el puesto de trabajo es realizar preguntas. Al contrario de lo que pueda parecer, es mejor que preguntemos para aclarar nuestras dudas, pues esto denota decisión, reflexividad y ganas de aprender y saber más sobre el puesto. Con respecto a qué tipo de preguntas hacer, conviene siempre referirlas a cuestiones técnicas y organizativas, pero tampoco profundizar demasiado en temas complejos. Temas como el salario o las vacaciones pueden ser considerados controvertidos por algunos reclutadores; no obstante, si tenemos dudas al respecto es conveniente aclararlas, aunque tratando el tema con tacto.

 

Honestidad

Otro de los pilares de una buena actuación ante una entrevista de trabajo es la honestidad, tanto con el reclutador como con uno mismo. Lo mejor es decir siempre la verdad, y puestos a maquillarla, que no sea excesivo, puesto que los entrevistadores están acostumbrados a detectar la mentira. En lugar de mentir, podemos enfatizar y resaltar los aspectos que más convenientes nos resulten de cara a la obtención del puesto.

Una habilidad que es preciso dominar es la reformulación positiva: convertir rasgos que a priori pueden parecer negativos en positivos. Por ejemplo, en lugar de decir que somos mayores, resaltar nuestra amplia experiencia vital y laboral; convertir un “no tengo experiencia” en un “tengo muy recientes mis conocimientos teóricos y además tengo mucha energía y estoy libre de “vicios” adquiridos con el tiempo”. Este tipo de actitudes generan en el entrevistador una imagen de confianza, optimismo e iniciativa que redundará en una valoración más positiva.

Conviene también recordar que en la entrevista no sólo evalúa el reclutador (aunque evidentemente ésa es su principal función). También nos sirve como sondaje para saber si el puesto de trabajo encaja con nosotros, con nuestras expectativas laborales y capacidades o aptitudes. Aunque en caso de necesidad es obvio que aceptaremos un trabajo que nos permita vivir, si no es el caso podemos ser honestos con nosotros mismos y analizar si nos vemos trabajando en esa empresa o en ese puesto concreto. Tampoco es recomendable generar falsas expectativas en la persona que nos entreviste, pues si luego aceptamos el puesto y no estamos capacitados nos crearemos una mala reputación en esa empresa por mucho tiempo.

En resumen, y para finalizar, en una entrevista de trabajo debemos encontrar el equilibrio entre ser nosotros mismos y ser la persona que el reclutador necesita, un dato que no siempre podemos conocer. Para evitar malas impresiones y futuros problemas, lo mejor es intentar ser la mejor versión de nosotros mismos, siendo siempre consecuentes con nuestras palabras y nuestros actos.

Si bien trabajar y entrenar los pilares que os hemos mencionado (causar una buena primera impresión, mostrar interés y ser honestos) puede que no nos consiga el puesto, seguro que nos ayudará tanto a obtener una valoración favorable de cara a futuras oportunidades como a sentir que hemos trabajado y puesto de nuestra parte para conseguir el puesto de trabajo, lo cual genera una sensación de control que a veces se hace muy necesaria en una búsqueda activa de empleo, dándonos fuerzas y confianza para afrontar esta entrevista y las que estén por venir.


Autoras:

Carolina Ouro

Psicóloga y Educadora Infantil

Inés Pena

Psicóloga

 

Puedes encontrar los artículos de Carolina e Inés en su página ¿Algún Psicólogo en la Sala? y sus redes sociales