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¿Cómo interpreta nuestro cerebro los emoticonos?

Los chats ya no son un misterio para nadie. Lo que antes era una novedad, hoy, gracias al desarrollo y la expansión de aplicaciones como WhatsApp, Wechat o Messenger, se ha convertido en moneda corriente. Pero los chats no sólo nos hay ayudado a comunicarnos de manera más rápida sino que además han introducido una nueva forma de expresión, los emoticonos.

Emoticono (o su símil japonés el emoji) se compone de las palabras «emoción» e «ícono«, siendo clara su función de representar gráficamente emociones. Podría pensarse que la idea de utilizar símbolos para expresar emociones es una invención reciente, sin embargo los emoticonos más antiguos datan de mediados del 1800, cuando se utilizaba en código morse el número 73 para expresar «amor y besos».

Sin embargo, el emoticono más popular, la cara sonriente 🙂 se envió por primera vez en 1982, cuando el científico Scott Fahlman lo utilizó en el asunto de un mensaje para indicar que el comentario contenía una broma.

Desde entonces los emoticonos han ido creciendo en popularidad y diversidad tanto que se han llegado a contar más de mil variaciones.

¿Por qué son tan populares?

El éxito de los emoticonos tiene que ver con nuestra necesidad de transmitir nuestro mensaje de manera correcta. Como ya vimos en este artículo, los seres humanos estamos continuamente comunicando, incluso si estamos en silencio y quietos. Gran parte de la comunicación se realiza a través del lenguaje no verbal, que comprende los gestos, los movimientos del cuerpo y de la cara, la postura, y otros aspectos menos físicos como la entonación vocal. Este lenguaje lo utilizamos para entender y dar contexto a las palabras, gestionar la comunicación o para transmitir emociones.

El problema es que en la comunicación escrita no podemos transmitir este tipo de información tan importante que matiza el mensaje que queremos dar. Al faltar estos elementos la comunicación puede verse comprometida y dar lugar a equívocos.

Como decíamos, a todos nos gusta comunicar y especialmente que se nos entienda, por eso para dar respuesta a esta falta de información en el mensaje nacen los emoticonos, que nos permiten agregar información gestual al mensaje escrito para que quede más clara la intención.

La doctora Catalina Pons, experta en lenguaje corporal, explica que los emoticonos no son un adorno infantil. Su valor es el mismo que el de los gestos y expresiones verbales, lo que los convierte en ayudantes valiosos para que la comunicación digital pueda fluir. La forma en que los usamos es personal y se corresponde a nuestra manera de comunicarnos offline.

¿Cómo los procesa el cerebro?

La pregunta es interesante porque se trata de algo relativamente nuevo para nuestro cerebro. En una conversación presencial, la mayoría de la información no verbal nos la da el cuerpo, especialmente la cara.  El modo en que nuestro cerebro reconoce las caras ha sido muy estudiado y se explica con el Modelo de la Distribución Neural para la Percepción de Rostros de Haxby y Gobbini.

Según este modelo nuestro cerebro entiende que existen partes del rostro que son invariables y nos permiten conocer la identidad de la persona, y también aspectos variables que facilitan la interacción social. Por lo tanto por un lado se realiza un análisis visual de la cara para reconocer que efectivamente es una cara, y por otro lado se realiza un proceso en el que se da un significado a la información que nos proporciona esa cara.

En un estudio de la Universidad Flinders de Australia, Owen Churches, jefe del laboratorio de cerebro y cognición, y su equipo se preguntaron si el cerebro procesa de la misma manera los emoticonos que los rostros.

Para probar esta hipótesis midieron las respuestas neuronales de 20 participantes durante tres fases. En la primera los participantes veían caras sonrientes, en la segundas el emoticono sonriente, y en la tercera signos sin significado.

Lo que se midió fue la actividad de la onda cerebral N170 que se activa generalmente cuando se observan rostros o cuerpos. Los resultados indicaron que los emoticonos generaban una actividad de la N170 similar a la que generaban las caras humanas, especialmente si los emoticonos se presentaban de manera vertical.

Esto significa que los emoticonos son procesados por el área occitotemporal del cerebro, utilizada también para el procesamiento de las caras reales y donde se generan las ondas N170.

Nuestro cerebro ha aprendido que los emoticonos nos proporcionan la misma información que los rostros reales y ha adaptado su forma de interpretarlos en consecuencia.

La próxima vez que tu padre te mande el emoticono equivocado por WhatsApp explícale que está confundiendo a tu cerebro. 🙂


Fuentes:
  • Barbieri, A. Los emoticonos producen el mismo efecto en nuestro cerebro que las caras de otras personas. La Vanguardia. Recuperado el 17 de Octubre 2017 de enlace.
  • Owen Churches, Mike Nicholls, Myra Thiessen, Mark Kohler & Hannah Keage. Emoticons in mind: An event-related potential study. Social Neuroscience Vol. 9 , Iss. 2,2014. Recuperado el 17 de Octubre 2017 de enlace.
  • Perez, Y; Almeida, M & Martinez, E. Memoria de rostros y reconocimiento emocional: generalidades teóricas, bases neurales y patologías asociadas. Actual. psicol. [online]. 2014, vol.28, n.116 [citado 2017-09-29], pp. 27-40. ISSN 0258-6444. Recuperado el 17 de Octubre 2017
  • Blau, V. C., Maurer, U., Tottenham, N., & McCandliss, B. D. (2007). The face-specific N170 component is modulated by emotional facial expression. Behavioral and Brain Functions, 3, 7.Recuperado el 17 de Octubre 2017 de enlace.
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  • Imagen: palbin.com Recuperado el 17 de Octubre 2017 de enlace.
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