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Lo que las robots sexuales nos dicen sobre nuestra sexualidad

Algunos aspectos de nuestra vida cotidiana, como la organización o la conducción, ya se ven dominados por los robots y las inteligencias artificiales. El desarrollo, producción y venta de muñecas robot sexuales supone la llegada de esta tecnología a nuestra intimidad. Si bien se encuentra todavía en fases tempranas, lo que esta nueva realidad nos indica sobre la sexualidad no es muy alentador.

Un mercado en alza

Actualmente la industria del sexo tecnológico mueve cerca de 30 mil millones de dólares entre juguetes sexuales inteligentes, aplicaciones móviles para encontrar compañeros sexuales y la pornografía en realidad virtual. Todo parece indicar que los robots sexuales serán la próxima novedad que rompa el mercado.

Pigmalión y Galatea. Ernest Normand

Las dos empresas más importantes en el desarrollo de robots sexuales son True Companion y Real Doll.  Roxxxy, la robot propiedad de True Companion está en venta desde el 2010. Su “personalidad” es programable y tiene sensores que responden al tacto. RealDoll por el contrario lleva más de veinte años fabricando muñecas realistas. Su última invención, Harmony, incluye una inteligencia artificial similar a Siri de Apple.

 

La mujer ideal (según los hombres)

La fantasía masculina de crear a la “mujer ideal” no es nueva. El poeta romano Ovidio contaba la historia de Pigmalión, un escultor que no contento con el comportamiento de las mujeres de su época decide esculpir a la mujer ideal. Así que creo una estatua de marfil a la que llamó Galatea de la que se enamoró porque la consideraba superior a una mujer de verdad.

En el cine existen otros ejemplos que replantean este mito, La novia de Frankestein, Her o más recientemente Ex Machina donde se abordan los problemas éticos que puede presentar el desarrollo de este tipo de tecnologías.

La realidad es que los robots con fines sexuales ya se encuentran entre nosotros aunque sea de forma muy minoritaria, y ahí es donde empiezan a verse los primeros problemas. En una feria tecnológica en Austria se permitió a los asistentes “probar” a Samantha, una robot sexual propiedad de Synthea Amatus una empresa de Barcelona. Al poco tiempo tuvo que ser devuelta para reparaciones, ya que un grupo de asistentes habían abusado de ella.

“La gente montó en los pechos de Samantha, en sus piernas y brazos. Dos de sus dedos estaban rotos. Además la dejaron muy sucia «. Sergi Santos Hernández creador de Samantha.

 

¿La inevitable violencia de los hombres?

Algunos investigadores, sexólogos y especialmente los fabricantes de los robots, sin embargo,  explican que estos pueden ayudar a reducir la trata de personas, las enfermedades de transmisión sexual, y que al proporcionar a muchos hombres la posibilidad de expresar sus deseos más oscuros pueden reducir la violencia sexual hacia las mujeres.

Estas afirmaciones son peligrosas. Primero porque carecen de una evidencia que las respalde al tratarse de una tecnología demasiado nueva. Y segundo y más importante, porque normalizan la idea de que la violencia sexual de los hombres es inevitable.

Samantha

Como bien señala Sian Norris, escritora y activista, el ataque a Samantha es preocupante y es un claro ejemplo de la violencia que puede surgir cuando se nos dice a los hombres que podemos hacer lo que queramos con un objeto que asemeja al cuerpo de una mujer.

 

Nada de biología, es una cuestión de poder

Existen dos causas principales detrás de la violencia sexual. La primera es el derecho que creemos tener los hombres sobre el cuerpo de la mujer, como si éste nos perteneciera. Las robots sexuales no sólo no ponen en duda este derecho, sino que lo refuerzan, porque sus “dueños” pueden hacer lo que quieran con ellas. No tienen voluntad, no pueden decir que no.

La segunda es que la violencia sexual no tiene que ver con la atracción o el deseo sexual sino con el poder. Los violadores no atacan a sus víctimas porque les atraen, los excita ejercer poder sobre ellas. Lo que sucedió con la robot Samantha no es Pigmalión enamorándose de su escultura, sino que activó una fantasía de poder y dominación masculino sobre un “cuerpo” dócil.

 

Un ideal preocupante

Si se nos da a los hombres heterosexuales la posibilidad de “crear la mujer perfecta” el resultado es un ser hipersexualizado, casi inanimado, dócil, sin voluntad, que responde a todos nuestros deseos aunque no quiera, en lugar de un ser autónomo con sus propias necesidades y deseos.

Tanto es así que la robot Roxxxy tiene un modo llamado Farrah la frígida, que se mostrará reacia si se la estimula demasiado en sus zonas privadas, o sea un robot con fines sexuales que simula una situación de no consentimiento.

Y si crees que esto es sólo una idea de un par de pervertidos de internet, la universidad alemana de Duisburg-Essen llevó a cabo una pequeña encuesta en la que participaron 263 hombres heterosexuales de entre 18 y 67 años, la mayoría de los cuales tenía una pareja estable. En ella el 40% confirmó que compraría una de estas robots.

Y sí, seguramente tu que lees nunca en tu vida comprarías algo así, porque tu eres “de los buenos” pero ¿Estás completamente seguro que ninguno de los hombres que conoces no lo haría?¿Seguro, seguro?

 

El cambio está en nuestras manos

¿Qué clase de sociedad hemos generado en la que el ideal sexual de los hombres sea un ente inanimado y dócil y no otro ser humano?¿Qué clase de mensaje estamos transmitiendo a las futuras generaciones? ¿Queremos vivir en un mundo en el que aceptamos que los hombres cometamos violencia sexual es inevitable y por lo tanto tienen que existir modelos que simulen a las mujeres para «desfogarnos»?

No hace falta llegar a las robots sexuales para ver que los robots han ido adquiriendo y perpetuando los estereotipos de género que ya existen en la sociedad.

¿Acaso no sería mejor vivir en una sociedad que cree en los hombres y en su capacidad para razonar, para vencer los “instintos”?¿Que se cuestiona por qué los hombres nos creemos con derechos sobre el cuerpo de las mujeres?¿Que trabaja para eliminar las agresiones sexuales?¿Que no ve normal que se tenga que recurrir a Samanthas o a Roxxxys sino a la educación en la igualdad y el respeto mutuo?

La idealización de la mujer que nunca dice que no, la normalización de la agresión sexual, la erotización de no consentimiento es lo que se encuentra detrás de este episodio en el que sólo un robot salió estropeado, pero que lamentablemente como pudimos ver en #cuentalo, afecta a muchísimas mujeres reales.

Podemos cambiar esta situación, pero sólo si los hombres dejamos de escudarnos detrás del #notallmen y de nuestros casos particulares y comenzamos revisionar nuestras ideas más profundas.

 

PD: Si te preguntas qué pasaría si hiciesen un robot masculino, la respuesta es que lo hicieron pero las ventas fueron mínimas.

 


Fuentes:
  • Norris, S. The damage to Samantha the sex robot shows male aggression being normalized.Newstatesman. Recuperado el 8 de Mayo 2018 de enlace
  • Plaza, A. Ni robot, ni inteligente: el problema con la muñeca sexual que vende este catalán. El confidencial. Recuperado el 8 de Mayo 2018 de enlace
  • Kleeman, J. The race to build the world’s first sex robot. The guardian. Recuperado el 8 de Mayo 2018 de enlace