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¿Por qué no podemos identificarnos por nuestras risas?

Los seres humanos tenemos capacidad identificar a otras personas basándonos en su voz. Puede que no nos parezca un gran “super poder” pero es una habilidad que nos diferencia del resto de las especies. Sin embargo, esta capacidad tiene un misterioso e intrigante límite. Somos incapaces de reconocer a las personas por el sonido de su carcajada.

¿Un problema de quien escucha o de quien emite?

Existen dos posibilidades que pueden explicar esta limitación. Por un lado, puede que cuando escuchamos un carcajada honesta no podamos evitar contagiarnos con la emoción que genera, por lo que perdemos de vista las características distintivas del sonido resultándonos imposible identificar a la persona.

Por otro lado, cuando nuestra risa es involuntaria no controlamos el movimiento ni del aparato vocal ni de los pulmones. Estos movimientos no intencionados producen sonidos genéricos que no contienen pistas sobre la identidad de la persona que los emite, impidiéndonos el reconocimiento.

Riendo para la ciencia

Para intentar averiguar cuál de estas dos opciones es la correcta, Nadine Lavan y su equipo grabaron a un grupo de actores realizando risas voluntarias (intentando que sonasen verdaderas) y riendo involuntariamente. Luego, otro grupo de personas juzgaban esas risas en 4 categorías:

  1. Risas que sonaban involuntarias y eran involuntarias
  2. Risas que sonaban falsas pero eran involuntarias
  3. Risas falsas que sonaban involuntarias
  4. Risas falsas que sonaban falsas

Los investigadores decidieron estas categorías teniendo en cuenta no solo la autenticidad sino también el sonido, porque muchas veces las risas involuntarias pueden sonar muy planas, mientras que risas falsas pueden sonar extremadamente auténticas.

Por último, 37 participantes realizaron cientos de pruebas en las les presentaban dos ejemplos de risas y debían decidir si pertenecían a la misma persona o no.

Involuntario y genérico

Al igual que anteriores experimentos, los participantes tuvieron más dificultades para reconocer a las personas en base a sus carcajadas involuntarias respecto a las voluntarias.

Pero ¿qué pasaba con las risas falsas que sonaban involuntarias?¿Producían también dificultades para el reconocimiento?

Sorprendentemente no. Por mucho que sonasen auténticas, los participantes lograban distinguir las identidades de las personas basándose en sus risas si éstas eran voluntarias. Sólo el hecho que fueran espontáneas e involuntarias impedía el reconocimiento.

Estos resultados sugieren que la dificultad para reconocer a las personas sobre la base de su risa no depende del contagio emocional que distrae a quién escucha, sino que está causado porque los sonidos producidos por movimientos involuntarios son genéricos, no contienen características que podamos identificar.

Un recuerdo de nuestro pasado

Sin embargo ahora podemos preguntarnos por qué emitimos sonidos genéricos cuando nos reímos involuntariamente. Los investigadores piensan que se debe a nuestra herencia evolutiva. Los animales emiten sonidos para señalar la presencia de una amenaza o de comida, no la identidad de quién lo emite. Nuestras vocalizaciones involuntarias evolutivamente más antiguas, como la risa, mantienen todavía esa generalidad.

Cuando como especie comenzamos a emitir sonidos voluntarios y a generar un lenguaje, también comenzamos a añadir a esos sonidos elementos distintivos, lo que nos permitió  reconocer a los diferentes individuos de nuestro grupo y desarrollar habilidades más complejas como la confianza y la reciprocidad. Según esta teoría, nuestra forma de hablar es una característica distintiva  que adquirimos en el camino de convertirnos en seres sociales.


Fuentes:
  • Fradera, A. There’s an evolutionary explanation for why we’re surprisingly bad at recognising each other’s laughter. Researchers Digest. Recuperado el 13 de Febrero 2018 de enlace
  • Imágenes: Pixabay